Ramón Fernández Palmeral
En la Argamasilla de Alba, “el lugar”
Señor Azorín:
Ya entramos en «El lugar», en la Argamasilla de Alba como la nombra Cervantes en femenino, cuando habla de los académicos al final de la I parte, que según las palabras primeras que había escritas en el pergamino que se halló en la caja de plomo: LOS ACADÉMICOS DE LA ARGAMASILLA, LUGAR DE LA MANCHA EN VIDA Y MUERTE DEL VALEROSO DON QUIJOTE DE LA MANCHA. Y seguidamente les da nombres jocosos a cada uno de los académicos en los cuatro sonetos y dos pares de tercetos laudatorios dedicados a los personajes del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. «Tal academia es fingida, pues precisamente la comicidad estriba en afirmar que en esta población podía existir una academia literaria como las muchas que había en Madrid», nos dice la nota de Martín de Riquer. Los académicos eran seis: el Monicongo, el Paniaguado, el Caprichoso, el Burlados, el Cachidiablo y el Tiquitoc.
Después de pasar por debajo del viaducto de circunvalación de la N-310, ya vemos el cartel de situación de Argamasilla, y un molino de viento que parece construido con propósitos de atracción turística, más que arqueología arquitectónica, que según la guía de Antonio Aradillas está dedicado a Maese Pero Péres el cura del Quijote, se alza a la derecha de la carretera, en la misma rotonda, en el llano sin vientos; y delante del molino se planta una escultura metálica de don Quijote pie a tierra, provocador y valiente con su lanza y su adarga, que como escribe Arturo Pérez Reverte «está loco, pero no tiene un pelo de tonto». Y enfrente de nosotros, que hemos salido un momento para las fotos, vemos un muro encalado con las siluetas chinescas de don Quijote y Sancho a caballo y rucio dirección al centro histórico de la villa, y con el orgulloso anagrama: «En un lugar de la Mancha». Porque según todos los indicios serios llevan a pensar que este es el lugar donde vivía don Alonso Quijano, a ello contribuyó el propio Cervantes: «lugar de La Mancha en vida y muerte del valeroso don Quijote», ya citado, más Alonso Fernández de Avellaneda con su segunda parte del Quijote apócrifo de 1614 que le sitúa aquí, más las opiniones de don Diego Clemencín o don Manuel de Rivadeneyra o Hartsenbusch. Por otro lado, queda por dilucidar, documentalmente, si Cervantes estuvo realmente aquí preso en la cueva de Medrado, que son dos cuestiones distintas por descifrar: La prisión y el lugar de la Mancha.
La frase: «no quiero acordarme» ha dado mucho de sí, usted ya nos lo comentó en Con permiso de los cervantistas, tomado a su vez de un comentario de Rodríguez Marín, que dijo, que ya había encontrado frases análogas en la misma época, y que podría tratarse de una elipsis: «No quiero ahora hacer el esfuerzo necesario para acordarme», y añade otras frases: Quiero llover, quiero amanecer, quiero abandonar. También en verdad que los cuentos y fábulas empezaban en lugares no nombrados, o en lugares fabulosos del Asia Menor. No había costumbre de poner nombres reales en las fábulas o cuentos, como ahora, hubo una época de transición en que se buscaba un seudónimo para nombrar la ciudad donde sucedían los hechos de una novela: Oleza de Miró, Labraz de Baroja, Orbajosa de Galdos o Vetusta de Clarín.
Esta villa manchega es sin duda alguna «El lugar», me sugiere que es el meridiano cero de La Mancha, quizás el cruce de caminos más importante durante el S. XVI por donde pasaban los muleros, el vizcaíno, con la lana de Toledo hacia los puertos levantinos de Alicante y Cartagena, en la conocida ruta de la lana hacia Génova.
Para mí, después de muchas lecturas, estoy convencido de que NO HAY UN LUGAR de La Mancha, sino que Cervantes como escribe al final de la II Parte, en el último capítulo 74: «cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de La Mancha contendiesen entre sí para ahijarle y tenerle por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero». Sin embargo, si hubiere la necesidad de tomar determinación irrevocable o partido por una villa en concreto, yo me quedo con la Argamasilla, porque lo de los Infantes (Capital del Campo de Montiel), aunque Cervantes nombrara cinco veces campo de Montiel, no me encaja, no me da sensaciones poderosas de certeza, porque los Infantes era la villa de Don Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán, que encontraron en el camino cuando había ya han partido de su casa para su tercera salida, después de haber sido instigado, comprometido, por su vecino el bachiller Sansón Carrasco, casa situada según la tradición en la calle de los Académicos, todavía en ruina, de la que describiré en otro apartado.
¿Sabe usted, maestro Azorín, que en este IV Centenario le han dado a los eruditos por decir que don Quijote era de Villanueva de los Infantes? Que ha pasado a sustituir a Argamasilla. Cervantes nombra cinco veces al campo de Montiel: La primera en el prólogo de la primera parte que es la que más fuerza tiene: «…la historia del famoso don Quijote de la Mancha, de quien hay opinión, por todo los habitantes del distrito del campo de Montiel, que fue el más enamorado y el más valiente caballero». Y la otra versión que también esgrimen con mucha vehemencia es en la primera salida «subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel». Cabe preguntarse si Cervantes conocía cuales eran los límites del distrito del campo de Montiel, ¿acaso Argamasilla no limita con el campo de Montiel?
Hemos girado a la izquierda de la rotonda, dirección a la iglesia parroquial de San Juan Bautista, cuyos altos paños de labradas piedras, ocres y de sillares encajados, son muralla a la carretera, hemos pasado por encima del canal de Avenamiento (o canal para dar salida a los terrenos húmedos o encharcados), Más adelante pasa otro canal, el del Gran Prior, porque esta villa es la Venecia de La Mancha si los canales fueran navegables. Pasada la iglesia ya estamos en los jardines de la Plaza de España y el edificio de aspecto chalet del Ayuntamiento con reloj en la espadaña. Sin darnos apenas cuenta de nuestro corto recorrido entramos por la espalda del edificio Consistorial y aparcamos, nada más y nada menos que enfrente de la rebotica donde se reunían los Académicos con usted, cuando les visitó en marzo de 1905, hace un siglo nada más y nada menos.
—No puedo abrir la puerta —me advierte mi mujer en tono de enfado, como ella se pone cuando las cosas no le saben bien, y eso de quedarse la última le repatea. Es verdad, su puerta la pegué muy cerca de otro vehículo— mueve el coche para atrás.
—¿Dónde quieres que te retrate? —le dije para suavizar la situación, una vez había salido.
—Me da igual. Estoy rodeada de historia.
Yo saltaba de contento que de alegría no podía más e incluso me había olvidado el bastón con empuñadura de madera de algarrobo blanco, dentro del coche, allí, con aquella temperatura de abrigo de visón, ya no estaba ni cojo ni me dolía nada, porque había entrado en una fantasía literaria, en la médula de La Mancha tan plana como una bandeja de plata.
Descubrí una placa de mármol blanca en la fachada, en cima de la placa de la Plazoleta Quijana que así es como se llama esta plaza, la placa dedica a usted, dice literalmente:
«En la rebotica de esta farmacia que fue de D. Carlos Gómez se reunía Azorín con los académicos de la Argamasilla “La ruta de d. Quijote” (Cap. V), “Los académicos de la Argamasilla”. 23 de abril de 1999».
Actualmente, los Académicos de la Argamasilla son una Asociación Cultural de tradición cervantina centenaria en esta ciudad de cuyo aire respiró don Quijote y Sancho y el propio Cervantes, dice el catálogo/mapa que los entrecomillados “Académicos”, siguen organizando numerosas actividades culturales entre las que caben destacar los Juicios Críticos Literarios, que este año le toca enjuiciar a la arpistas Rosa María Calvo, para el 17 de septiembre. Este acto tan singular se cuenta con un encausado, un defensor y un fiscal, y si se quiere, se pueden presentar testigos. Entre los cervantistas e intelectuales a los que ha interesado el tema se hallan Luis Arroyo Zapatero, Pedro B. Pedraza, Rafael Alfaro y otros nombres.
Después de las fotos necesarias a la placa de usted, a la puerta verde de chapa de la rebotica ahora cerrada con un candado, en cuyo dintel hay un cartel: «Farmacia del Lºº [licenciado] C. Cueva». También aparece un cartel informativo para turistas despistados como nosotros, donde se cuenta la historia del lugar con gran fotografía de los académicos. Luego le di los buenos días a un busto suyo que está en un jardincillo del Ayuntamiento, no se ve el nombre del escultor, pero gracias al artículo de José Payá Bernabé: «Cervantes en Azorín», sabemos que el escultor del busto es Cayetano Hilario en 1973 y que usted llegó a conocer el busto. ¿Qué se siente cuando uno se ve en piedra? El busto es de una piedra blanca, de nata, se le ve vestido con traje y corbata, descansa sobre dos gruesos volúmenes que deben representar al Quijote, y este a su vez sobre un pedestal en forma de prisma con un cartel frontal que dice:
«Yo no he conocido jamás hombres más discretos, más amables, más sencillos que estos buenos hidalgos don Cándido, don Luis, don Francisco, don Juan Alfonso y don Carlos». (Cap. V).
Usted tiene otros bustos repartidos por La Mancha y Valencia, que yo sepa uno en Albacete en el parque de Abelardo Sánchez, junto a un estanque de patos, obra de Andrés tendero. Otro de medio cuerpo en la Casa-Museo de Monóver, cuyo autor es José Palacios, escultor valenciano, en el Colegio Cervantes tienen una copia. Otro busto de bronce en Valencia, efectuado por Victor-hino (Victoriano Gómez López) que lo firma al lado y fecha 1968 en el que figura: «Valencia a Azorín, 1969». Dicen que otro en Manzanares. En cambio, que yo sepa, en Alicante, no tiene usted un busto, nadie es profeta en su tierra.
En la otra parte de la Plazoleta de Quijana, emerge una escultura no recuerdo ahora si de Alonso Quijano o de Cervantes sentado, bajo unos árboles, en esos momentos unos empleados del Ayuntamiento estaban limpiando la hojarasca; pegada al monumento reposaba una bicicleta tumbada, quieta con sus dos ruedas y su manillar, posiblemente de alguno de los empleados de la limpieza, en esos momentos no le hice una fotografía, y me arrepiento. ¿Cómo es posible que un pintor que pretende ser patricio entre sus contemporáneos no hiciera una fotografía de la bicicletas apoyada sobre Cervantes o don Alonso, una foto plástica, provocadora, del nuevo arte contemporáneo, pero la imagen me trae la idea, y estoy en ello, en dibujar una pareja «donquijotesanchona» montados cada uno en bicicleta por los caminos de La Mancha, por esta región sin límites, que como ya escribiera Benito Pérez Galdós en 1873, «Don Quijote necesitaba aquel horizonte, aquel suelo sin caminos, y que, sin embargo, todo él es camino, aquella tierra sin direcciones: pues por ella se va a todas partes». Es cierto, señor Galdós, La Mancha no tiene paredes, no tiene puertas al campo (Octavio Paz), no tiene murallas de montes que le angosten los pasos que deletrean las calles solitarias, los árboles con sus hijas sombras, cual rebaño de frescor, sus paisajes no son áridos sino amenos y labrados.
Entramos en el Ayuntamiento para pedir información turística, una chica que escribía en el teclado de un ordenador, porque los ordenadores han llegado a todas partes, incluso al «Lugar», nos atiende muy amable. Nos da un plano de la ciudad que tiene un calendario de 2005, en el que se anuncian las actividades culturales con motivo de este sueño del IV Centenario, ya tengo tres planos: el de 2001 y 2003 y este, los tres son diferentes. La actividad en este Ayuntamiento es frenética, suenan los teléfonos por todas parte, entran y salen vecinos por la puerta de cristales. Hace unos días se celebró el XII Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, dirigido por Felipe B. Pedraza y coordinado por Pedro Padilla. Ayer, día 10 de mayo, se celebró un concierto de Argamasilla por la Banda de la Agrupación Musical Maestro Martín Díaz que dirigió Miguel Carlos.
Me hubiera gustado hablar largo y tendido con la Concejala de Cultura Noelia Serrano, sin embargo, hace más de diez años que no consigo hablar con político alguno, porque todos están o reunidos en los plenos o inaugurando algún polideportivo.
Usted, señor Azorín ya nos contó ampliamente la historia de Argamasilla de Alba en el Capítulo III «Psicología de Argamasilla», y yo no la voy a repetir, salvo algunas puntualizaciones, que se fundó en 1535 y obtuvo el título de villa en 1612, su término municipal es de 38.700 hectáreas y su población actual de 6.800 vecinos. Me consta que usted preparó muy seriamente su viaje, ya que tomó notas de las Relaciones Topográficas de los pueblos de España, mandadas por Felipe II en 1575. Me gustaría preguntarle de dónde tomó las notas si del original que existen en el Biblioteca de EL Escorial o de la copia que hay en la Real Academia de la Historia de Madrid, ya que estas relaciones no están publicadas, salvo una antología que se hizo Juan Ortega Rubio en 1918. Lo más lógico es pensar que estuvo en la de la Historia, hoy en calle León 21 (28014 Madrid), que se fundó 18 de abril de 1738 el Rey D. Felipe V.
La etimología del nombre de Argamasilla, pasa por ser, según Antonio Aradillas, por «argamasa» en alusión a un edificio mal construido, con mezcla de cal, arena, tierra y agua en tiempos del Gran Prior de la orden de San Juan, don Diego de Toledo de la Casa de Alba, aunque los primeros emplazamientos datan de 1198.
En febrero se colocó aquí la primera piedra de la Ruta del Quijote en Camino de la Estación, donde empieza el corredor de la llamada ecoruta, por el presidente de la Junta don José María Barreda, se han creado comisiones, comisarios, y no se cuanto cosas más para que esta fecha sea el arranque de un principio. Por REAL DECRETO 1419/2004, de 11 de junio, se creo la Comisión Nacional del IV Centenario cuyo presidente de honro son Sus Majestades los reyes de España.
Estos días amenos, con insuficientes tormentas furibundas, del mediados de junio, ha saltado de nuevo la noticia del problema de la sequía y del agua entre Murcia y La Mancha, el canal Tajo-Segura, es un canal de discordias y además huraño. Murcia de por sí una región árida en el espacio climático que menos llueve en España, se ha convertido en un vergel de huertas. Los manchegos se empeñan en no dar agua para los campos de golf, esto es un error, un campo de gol da trabajo a 40 personas durante todo el año, y un campo de lechugas da trabajo a 10 personas durante diez días.