Una región extraordinaria

José Manuel Molina (Presidente del Partido Popular de Castilla-La Mancha)

   Este año los actos oficiales del Día de la Región van a tener lugar en el corazón de La Mancha, en el marco de una de las poblaciones más emblemáticas de nuestra tierra y en uno de los puntos donde se conjugan con más fuerza la tradición y la modernidad que deben dar paso a la región que soñamos para el siglo XXI. Hoy es un día de fiesta, una jornada para disfrutar, pero también para pensar en el presente y desear que el futuro que labramos para nuestra vida en comunidad mejore a cada minuto.

   Y en esa dirección no puedo dejar de pensar en la preocupación que atenaza a muchos ciudadanos por los acontecimientos en los que se desenvuelve la vida política española y las repercusiones que tendrán para nuestra región. Los castellano-manchegos estaríamos más tranquilos si supiéramos que el debate sobre si debe o no negociarse con los terroristas etarras no esconde objetivos arteros más peligrosos como el deseo de los nacionalistas radicales de introducir cambios en la configuración del mapa nacional no previstos en la Constitución. La tranquilidad sería aún mayor si estuviéramos seguros de que el partido en el Gobierno defenderá sin paliativos el actual modelo territorial, aunque es difícil pensar que pueda ser así tratándose de una organización política que dice cosas distintas en Andalucía o en el País Vasco, en Castilla-La Mancha o en Cataluña.

   Y otro tanto ocurre con el modelo de financiación autonómica. No sabemos a qué atenernos con unos dirigentes socialistas que en el centro y en el sur peninsular defienden los principios constitucionales de equilibrio y solidaridad regional mientras en otras zonas proponen que los más ricos sean también los que más se beneficien.

   Castilla-La Mancha es una región extraordinaria. No hay ninguna duda. En estos momentos es la más extraordinaria de todas las regiones españolas. Hemos contribuido generosamente al engrandecimiento de España con nuestra agua y con nuestra gente -aparte de otras muchas cosas- porque cientos de miles de emigrantes castellano-manchegos han colaborado durante años en la creación de riqueza en Cataluña, en Madrid o en el País Vasco, y todo ello a costa de nuestra región, que paulatinamente ha visto cómo se despoblaban sus localidades y cómo se empobrecían comarcas enteras porque a sus gentes no les daban la oportunidad de sobrevivir con ellas.

  ¡Y qué decir del agua! Durante veinticinco años hemos visto discurrir el agua del Tajo de punta a punta de la región para terminar vertiendo en una cuenca ajena a nuestro territorio. Nos alegramos de que haya servido para hacer que prospere el Levante español, pero sería mucho más satisfactorio que el agua se hubiera quedado aquí como fuerza impulsora de nuestra agricultura, nuestra industria o nuestro propio turismo. Ahora, cuando algunos quieren hacer creer que se está reaccionando, pesa sobre nuestro río una hipoteca demasiado grande y difícilmente eludible a estas alturas. Las medidas alternativas del PSOE al Plan Hidrológico Nacional no podrán cubrir nunca las necesidades extraordinarias que se han creado en las tierras levantinas y andaluzas, necesidades que, por primera vez, van a ser reconocidas por la ley gracias a la “generosidad” del Gobierno de Castilla-La Mancha, que hace flamear a cada instante la bandera de su independencia mientras acepta de forma sumisa e irresponsable imposiciones muy graves de Madrid.

   Si durante los veintidós años que llevan gobernando hubieran generado expectativas e infraestructuras hidráulicas suficientes, el trasvase Tajo-Segura hace tiempo que habría pasado a la historia y Castilla-La Mancha sería una región puntera en índices de desarrollo y modernidad. Frente a eso lo que nos queda son grandes zonas con un despoblamiento irreversible y numerosas localidades abasteciéndose de agua con cisternas pese a encontrarse a pocos metros del cauce del Tajo ¿También de eso tiene la culpa el PP?

   Por eso escandaliza a muchos ciudadanos que se hable de acuerdo histórico del agua: porque en vez de avanzar hemos retrocedido, que es lo mismo que nos ocurrirá con el modelo de financiación autonómica y con el debate del modelo territorial sin los castellano-manchegos, todos juntos, no defendemos con energía nuestros intereses regionales. El Gobierno de Castilla-La Mancha debe abandonar de una vez por todas sus mensajes triunfalistas y de autobombo, tiene que dejar de gastarse los fondos públicos en campañas de publicidad y propaganda y asumir que su obligación es gobernar, hacer gestión y tomar decisiones, aunque a veces vayan contra el interés partidista del gobierno nacional. Por encima del PSOE y por encima del PP están Castilla-La Mancha y los castellano-manchegos.

   Deben aceptar también las críticas de la oposición sin acusarnos de crispar la vida política regional. Aquí lo único que crispa a los ciudadanos es que no les resuelvan sus problemas. O que nos embarquen en aventuras de consecuencias imprevisibles abriendo melones como el modelo de Estado, la financiación autonómica o la negociación con los terroristas. Pero como quiera que el PSOE, obligado por los grupos nacionalistas y de algún modo también por su propia radicalidad, ya los tiene abiertos, es por lo que nuestra región, ahora más que nunca, necesita un sólido consenso de todas las fuerzas políticas y sociales para hacer frente a los problemas que se nos vienen encima. Está en juego nuestro futuro. El Gobierno ni debe ni puede estar solo en este complejo proceso que se avecina y por esta razón, desde el Partido Popular, estamos intentando ofrecer todo nuestro apoyo con la sinceridad y con el espíritu crítico que debe inspirar la función opositora que nos ha encomendado la ciudadanía.

   Nuestra región ha visto pasar demasiados trenes sin poder subirse a ellos. Hacen falta cambios y uno de los más importantes espero que se produzca en las próximas elecciones. Mientras tanto, no podemos eludir la responsabilidad de trabajar por la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos y de hacerlo con el consenso y la unidad de todos los que queremos y nos sentimos parte de Castilla-La Mancha. Si eso es así, tendremos motivos de verdad para celebrar con alegría el Día de la Región, el Día de la Gente de Castilla-La Mancha.

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