Felipe Medina Santos
Si alguna habilidad tiene José Luis Rodríguez Zapatero es la de tener aliados entre los que escoger en cualquier circunstancia. Justo la habilidad contraria a la que tiene Mariano Rajoy siguiendo la estela de José María Aznar. El líder del PP está más solo que la una. Miento, tiene a los “Ultrasur” de su partido que no son todo su partido cuya mayoría calla. Vociferar en el parlamento y ver que nadie le hace eco debe de ser una experiencia bien amarga.
En las dos legislaturas anteriores, especialmente en la última, la soberbia convirtió al Partido Popular en autista. Entre 1996 y 2000, pactaron con CIU,PNV y Coalición Canaria. Luego, el éxito se les subió a la cabeza y gobernaron solos creyendo que los pueblos son un rebaño de borregos que necesitan de la clarividencia de unas élites formadas en colegios de pago y con mucho master a cuesta. Cortados por el mismo patrón, la créeme de la créeme de la derecha española sigue al Inspector de Hacienda Aznar como si del flautista de Hamelin se tratase.
En tiempos, se decía que Felipe González seguía dirigiendo al PSOE desde la sombra. Ahora vemos que José María Aznar, pese a dejar dos guardianes de las Tablas de su Ley, Acebes y Zaplana, encargados de la ortodoxia, también resucita y vocifera un día sí y otro también. Como cree que las hemerotecas no sirven para nada y que la gente tiene la memoria corta, acusa a Zapatero de querer pactar con ETA y de no querer decir nada ni al resto de las fuerzas parlamentarias ni a la ciudadanía.
El 3 de noviembre de 1998, el señor Aznar anunció que había iniciado contactos con el entorno de los terroristas. Los denominó, algo inaudito cuando nos indignábamos con la expresión foránea de “independentistas”, como Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) sin que la oposición socialista le hiciese ningún reproche ni exigiese luz y taquígrafos. Hablando de los contactos con el entorno de ETA, Aznar decía el 4 de noviembre: Alguien tenía que comenzar, alguien tiene que dar la señal, y eso no es una responsabilidad compartida, sino que es una responsabilidad estrictamente intransferible. Al día siguiente, el 5 de noviembre de 1998, anunciaba Aznar que estaba dispuesto “al perdón y a la generosidad” si ETA aceptaba el resultado de las elecciones y renunciaba definitivamente a las armas.
El hecho de que Rodríguez Zapatero quiera emprender su propio camino hacia la pacificación, como lo hicieran todos sus predecesores, y que quiera hacerlo con el mayor consenso, levanta una polvareda destinada a dificultar su tarea. Sería un desastre, según los hombres del PP, que el presidente de un gobierno socialista llegase a donde no llegaron sus predecesores como pensaron que era un desastre que se demostrase que no era ETA la autora de la matanza de Atocha. Cualquiera que sea el resultado que obtenga Zapatero, será producto de un esfuerzo y una tarea común. Nadie regateará los avances del PP en el debilitamiento previo de ETA y que fue el resultado de un Plan antiterrorista propuesto por los socialistas y aceptado a regañadientes por el PP. Cuando Aznar y Rajoy dicen que no se puede “traicionar a los muertos” se olvidan de la larga lista de socialistas caídos bajo las balas o las bombas de los etarras.
Decir que España ha sido puesta en almoneda es ignorar la Historia de este país o tergiversar su trayectoria para cumplir fines partidistas. España no la hunde nadie, ni siquiera todos los españoles a la una. ¡Es insumergible! La política del miedo es bien conocida de quienes pretenden gobernar sin que les rechiste el pueblo. Es el modelo Bush que tanto le ha favorecido a Aznar hasta que se dio el batacazo por no creer en los miedos que nos anunciaba y preparar a las fuerzas de seguridad contra el islamismo.
Estamos esperando que el señor Aznar, como ha hecho hasta la CIA, confiese que ante las cámaras de televisión nos pidió que creyésemos en lo que decía sobre el peligro inminente que representaba Sadam Huseín. Cuando Rajoy dice que Zapatero le ha engañado dos veces ¿no quiso decir que el PP nos engañó desvergonzadamente sobre las armas de destrucción masiva para justificar las ambiciones proconsulares de su líder? Va a tardar mucho tiempo este país en olvidar la testarudez con la que el señor Acebes nos decía que era ETA la autora de la matanza. Es el mismo rostro, más bronceado, del ex Ministro del Interior que pretendió engañar a todo el país siguiendo instrucciones de un Comité de Crisis ad hoc, cuyos componentes eran especialistas, hoy desacreditados, de la comunicación.
La enfermiza obsesión por la uniformidad del país que el PP aplica en sus filas, es mucho más endeble de lo que aparenta. La animosidad de Aznar –“el señorito” como lo denomina Fidel Castro—hacia el líder cubano, no se parece en nada al caluroso contacto de Manuel Fraga a Raúl Castro, hermano del presidente de Cuba. Fraga es el hombre que puso a Aznar a la cabeza del PP, el que rompió la carta de dimisión previa del Inspector de Hacienda. Me he preguntado cuantas veces se ha debido arrepentir don Manuel de aquel “No hay tutelas ni hay tu tías” que pronunció aparatosamente, mientras destrozaba la servil misiva del nuevo líder, ante las cámaras de televisión en el Congreso de la Gaviota.
Y mientras todo lo que hace el actual gobierno es interpretado en clave de electoralismo, el bueno de don Manuel que tan bien conocemos los periodistas, renqueando y a la pata coja y sin necesidad de condones, se marcha a Argentina para buscar unos votos que nadie como él sabe cosechar con el dinero de la autonomía gallega. ¡A ver qué gallego le va a reprochar que haga promesas a los gallegos de ultramar cuando todos tienen un montón de familiares que tuvieron que irse al exilio económico! Y cuando el “accidente” del Prestige, el señor Aznar brilló por su ausencia en las playas ennegrecidas de Galicia mientras el rey se metía en el chapapote y Fraga y Cascos cazaban o pescaban.
Sinceramente, la figura de Ruiz Gallardón no cesa de crecer, porque hay otra derecha civilizada, mientras una Esperanza Aguirre alineada con el “tripartito” Aznar-Acebes-Zaplana, no deja de señalarse como cuando acusa a Rodríguez Zapatero de ser “culé”. Flaco favor al Real Madrid que ya consideran muchos como el equipo del gobierno, y flaco favor para los madrileños que, al igual que los catalanes, aman el deporte y felicitamos de todo corazón a un equipo y una afición que ha sabido ganar la Liga con todos los merecimientos.
En el deporte, cuando se gana, se tiende la mano al vencido, como en Breda. José Luis Rodríguez Zapatero tendió la mano a Mariano Rajoy pese a las insultantes palabras que el líder de la oposición acababa de dedicar al PSOE por “traicionar a los muertos”. Todavía Zapatero, pese al exabrupto, siguió ofreciendo su mano. Algún día la necesitará el PP para no verse arrinconado en todas partes. Ya empezó la cosa en Canarias y el PSOE no ha querido aprovechar la circunstancia. Cuestión de talante.