Roberto Sabrido (Consejero de Sanidad)
Hace diez años, se suscribió el convenio de colaboración entre el Gobierno de Castilla-La Mancha y la Fundación Josep Carreras para el desarrollo del trasplante de médula ósea de donantes no emparentados, y de cuya labor promocional se ocupa desde su inicio la Asociación Regional de Donantes Altruistas de Médula Ósea (Adamo), con sede en Puertollano.
Diez años permiten tener una perspectiva lo suficientemente amplia para valorar lo que se ha hecho hasta ahora y el balance no puede ser más positivo. Castilla-La Mancha, con casi 1.600 donantes registrados, se ha consolidado como una de las regiones con mayor peso en estas donaciones que permiten la posibilidad de llevar a cabo un trasplante, la única esperanza de supervivencia para muchas personas, especialmente los niños, que padecen leucemia y enfermedades similares y no tienen en su familia un donante compatible. Así, en sólo diez años hemos duplicado la tasa de este tipo de donaciones, al pasar de 46 por cada millón de habitantes en 1994 a 90, en 2004.
Pero no sólo aportamos solidaridad altruista sino que también, desde los hospitales públicos, llevamos a cabo un programa de trasplantes de médula ósea, con casi 30 implantes en los dos últimos años. Una iniciativa que se enmarca en nuestra política de aumentar de manera ostensible las donaciones y los trasplantes en los centros hospitalarios de la región, lo que nos ha permitido afrontar incluso extracciones multiorgánicas.
Un balance que nos ayuda a seguir trabajando en colaboración estrecha con Adamo para aumentar este tipo de donaciones, así como el número de trasplantes en nuestro servicio de salud, y en breves fechas presentaremos de manera conjunta el nuevo carné de donante de médula ósea, supervisado por la Coordinadora de Trasplantes del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha.
Nuestra apuesta por la extracción y trasplantes de órganos es duradera y constante no sólo en el ámbito asistencial, con una mayor formación y capacitación de nuestros profesionales sanitarios y un incremento de las dotaciones en equipos especializados, ya que es un área que marca siempre la calidad de un buen servicio sanitario público, sino también en el social, porque sin los ciudadanos y su compromiso con la vida, no sólo propia sino también la ajena, nada hubiera sido posible, ya que esa actitud personal y anónima conjuga tres virtudes cívicas dignas de resaltar: solidaridad, altruismo y concienciación.