Carmen Quintanilla Barba
(Presidenta Nacional de AFAMMER)
Grandes metas a través de caminos de piedras y polvo. Pequeños logros a través del esfuerzo, la incomprensión y la zancadilla, grandes luchas sin cuartel.
Las mujeres de hoy empiezan a heredar tiempos de igualdad gracias a los sinsabores y tenacidad de las que vinieron antes. De esas que todas recordamos con cariño y admiración por haber sido las artífices de la ruptura con un mundo machista y patriarcal de protagonismo femenino negado. Varias generaciones de mujeres que, en silencio y sin ruido, han manifestado sus deseos de cambiar en las pequeñas cosas de sus vidas cotidianas, en los detalles más invisibles a los ojos de aquellos sin sensibilidad; empezar por lo pequeño, eso sí es una gran estrategia de cambio…
Y tras años de silencio, la problemática de las mujeres es tratada en foros nacionales e internacionales de alto calado. Yo, que acabo de aterrizar procedente de la 49 Sesión de la Comisión Social y Jurídica de la Mujer de Naciones Unidas en Nueva York, he podido comprobar en primera persona y desde el privilegio que ostentamos las mujeres del mundo avanzado, que ahora somos más fuertes que nunca para luchar por los derechos de aquellas que sufren sólo por el hecho de ser mujeres. La Plataforma de Beijing sigue siendo hoy el soporte de acción más eficaz. A pesar de que no se han obtenido los resultados esperados, podemos analizar los errores y buscar soluciones efectivas a través de una nueva Cumbre Mundial de Mujeres. Beijing ha concienciado de la necesidad del cambio, marcando un punto de inflexión en nuestra situación. Ahora ya no valen objetivos poco ambiciosos, hay que avanzar en el camino: ahora el reto es vivir en la igualdad real, un derecho, no un valor.
Hoy en día, nosotras las mujeres herederas de las amazonas que comenzaron esta lucha, perseguimos el logro de grandes cuestiones sociales que afectan a la calidad de vida de todas nosotras; luchamos por temas candentes que afectan a la mujer y que son la pica de las que siempre hemos defendido los derechos del mundo femenino. Hoy, duelen los malos tratos, exaspera la discriminación laboral o la desigualdad de colectivos como la mujer rural. Por fin la mujer tiene grandes asuntos que resolver en este país.
Sin embargo, objetivos ambiciosos hacen a veces olvidar tareas más humildes pero imprescindibles. Las grandes hazañas sin pequeñas batallas no son nada, salvo castillos en el aire. Y la mujer hoy en día no sólo es una seria competidora profesional y no sólo ha asumido más poder en los procesos de toma de decisión; la mujer de hoy, también es madre de familia, y ama de casa, y cuidadora informal, y educadora principal en el seno familiar, papeles y roles que parecen estar condenados al fracaso y demonizados por nuestra propia modernidad, que se aleja irracionalmente de valores tradicionales que no han de estar discutidos con los nuevos aires, tan beneficiosos para las mujeres.
No se trata de excluir ni una ni otra tendencia, se trata de reagruparlas, de compartirlas y de vivirlas y desarrollarlas en familia. A los responsables políticos se nos piden medidas; yo pido que los hombres y las mujeres inicien su cruzada a favor de la igualdad, a través de la educación de la infancia y la juventud en sólidos valores que garanticen la llegada de una sociedad mejor, una sociedad sin roles machistas o feministas, con el convencimiento de que hay que proteger a la familia como pilar de nuestra sociedad, en un mundo en el que la desarticulación de las estructuras nos arrastra a la soledad y pido también, que nos miremos a nosotras mismas cada día: ¿estás trabajando en tu vida los pequeños objetivos? ¿Cuidas la educación de tus hijos en pareja y en igualdad entre niños y niñas? ¿Comparten contigo y tú con los demás, o te ayudan? Hay que construir desde lo pequeño, desde lo que nos rodea, desde casa, una sociedad futura más equilibrada y justa para mujeres y hombres.
Hoy, 8 de marzo Día internacional de la Mujer, somos tú y yo las mujeres que dejaremos herencia a los que vengan, somos las artífices del reto del siglo XXI. Todas las mujeres del mundo se han unido, eliminando barreras económicas y culturales, en una causa común: educar en igualdad. Ahora no luchamos en silencio, el mundo entero sabe que las mujeres no vamos a abandonar la lucha. Si algo ha cambiado es que hoy se nos escucha.