José Valverde (Consejero de Educación y Ciencia)
La educación con calidad y equidad por la que trabajamos implica una responsabilidad compartida del aprendizaje y la formación y, también, del clima escolar que favorezca la convivencia y supere positivamente los conflictos. La escuela no puede ir a contracorriente de las familias y de la vida cotidiana. Se deben sumar voluntades, compartir proyectos y potenciar la educación de los individuos como sujetos singulares, allí donde estén y con las posibilidades y las limitaciones personales o sociales que presenten. La diversidad personal, condición sustantiva de los sujetos, y la diversidad social deben ser atendidas a través de una educación y una escuela más cercana a la población y más sensible a sus deseos y sus intereses.
Es muy importante el interés de los alumnos y alumnas, la profesionalidad del profesorado, la dedicación del personal no docente, el protagonismo de las familias, la iniciativa de la Administración, el funcionamiento de los centros y el compromiso de la sociedad. El esfuerzo debe ser de todos los miembros de la comunidad educativa que comparten el objetivo de lograr el éxito escolar sin permitir exclusiones y el de lograr la calidad del sistema educativo, vinculada a su capacidad para promover el desarrollo integral del alumnado, proporcionándoles una educación funcional, útil, eficaz y satisfactoria.
Tenemos confianza en la capacidad de enseñar de los docentes, en su dedicación, su dinamismo, su formación y sus proyectos compartidos capaces de construir entornos de aprendizaje motivadores y exigentes, a pesar de que, a veces, la realidad se vuelve abrupta.
Tenemos confianza en la capacidad de aprender de los alumnos y alumnas, en su esfuerzo y motivación, en su actitud de búsqueda que conlleva una preocupación permanente por lo nuevo, por lo llamativo, por lo significativo y por todo aquello que les afecta y les interesa para su desarrollo como personas y su progreso como estudiantes, aunque somos conscientes de algunas dificultades singulares a las que hacemos frente con la atención y los recursos que requieren.
Tenemos confianza en la participación de las familias en los proyectos educativos de los centros, en su implicación cotidiana en la tarea de educar, en su interés en velar por la formación de sus hijos y en la creación de un clima institucional que favorezca la construcción de verdaderas comunidades de aprendizaje. Pero esta cercanía, esta participación, debe crecer en calidad y en cantidad.
Y tenemos confianza en la sociedad, en su exigencia de que se ofrezca la mejor educación y, a su vez, en los recursos, el reconocimiento y el apoyo que ésta ofrece para que la comunidad educativa en su conjunto y, muy especialmente, el profesorado se sientan valorados.
El éxito escolar es el éxito de todos, y la confianza mutua un pilar básico para conseguirlo. La educación es una tarea globalizada en la que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad a la que ni debemos ni podemos renunciar, y en la que tenemos que colaborar, con recursos, diálogo y acciones para asesorar, informar, enseñar, orientar, guiar y educar a los alumnos y alumnas en nuestro contexto y con los valores sociales que a todos nos hagan progresar como personas. Sólo el avance en conocimientos nos hará progresar también como Región.
El Día de la Enseñanza es un tiempo para la reflexión, para valorar la realidad y para hacer patente el trabajo solvente que la comunidad educativa de Castilla-La Mancha realiza sumando el esfuerzo de todos para multiplicar las oportunidades.
Estas palabras, en este día, quieren serlo de agradecimiento a todas las personas que ofrecen su esfuerzo, su dedicación, su compromiso, su profesionalidad, su confianza y su trabajo por una educación que pretende situar a Castilla-La Mancha en un buen nivel en la sociedad del conocimiento. Y quieren ser, también, un homenaje a quienes comparten con nosotros afanes e ilusiones para lograr personas más formadas y una sociedad mejor.