Alejandro Gil (Consejero de Vivienda y Urbanismo)
Crecer es prosperar. De ello da buena fe Castilla-La Mancha. La nuestra es hoy una región mucho más moderna, más emprendedora y más abierta que aquella que hace dos décadas heredamos, con la asunción de las primeras competencias autonómicas.
Da igual en qué punto de la extensa geografía castellano-manchega nos encontremos. Los efectos positivos de ese despegue social y económico son fácilmente apreciables y, aunque queda camino por recorrer, ya nadie duda de que Castilla-La Mancha cuenta con cimientos lo suficientemente amplios y sólidos como para augurar, incluso, una nueva y más intensa etapa de prosperidad.
Entre todos hemos conseguido avanzar en aspectos hace tiempo impensables como son el demográfico y el urbanístico. Nuestros pueblos y ciudades no sólo han frenado, en un porcentaje importante, su secular sangría migratoria, sino que ahora se aprestan a recibir vecinos de otras regiones.
Este fenómeno ha ido acompañado, en similar medida, de una mejor comprensión de lo que significa el urbanismo y de una mayor concienciación de cuáles son sus verdaderos objetivos. Hablar de medio ambiente, de integración social, de recuperación de espacios degradados o de protección del patrimonio arquitectónico no es ya una anécdota, como antaño, producto de un simple puñado de visionarios. Es una preocupación y una inquietud que late a diario en la calle y en los despachos de quienes tienen algo que decir en materia de ordenación del territorio.
Tenemos motivos, por tanto, para celebrar juntos y con optimismo el Día Mundial del Urbanismo que este lunes conmemoramos. Lo hacemos seguros de los logros obtenidos pero, sobre todo, sensibles a los retos y dificultades que aún nos quedan por superar.
No es suficiente con crecer. Castilla-La Mancha, además, quiere crecer bien, con ciudades habitables, cada vez más aptas para la convivencia, el intercambio cultural, el descanso, el ocio y el desarrollo económico. Queremos ciudades que protejan el patrimonio natural, que recuperen y conserven sus centros históricos y que gestionen eficazmente los limitados recursos de los que disponemos.
Castilla-La Mancha, en definitiva, quiere que todos los ciudadanos tengan acceso real a una vivienda digna y asequible, lo cual exige un urbanismo racional, ordenado y comprometido con el conjunto de la sociedad.
El Día Mundial del Urbanismo es el momento perfecto para que, entre todos, diseñemos esa nueva ciudad con la que siempre soñamos.