Roberto Sabrido (Consejero de Sanidad)
Hace ya 12 años se redactó el Primer Plan de Drogas de Castilla-La Mancha, que culminó el trabajo hecho en esta comunidad autónoma desde mediados de la década de los ochenta para dar respuesta a este problema. El año que viene, en 2005, acaba la vigencia del actual Plan Regional de Drogas y vamos a empezar a preparar el próximo, con el horizonte de 2010.
Dos décadas de diferencia y un largo camino recorrido por el Gobierno de Castilla-La Mancha, en colaboración con otras administraciones públicas, organizaciones no gubernamentales y asociaciones de familiares de drogodependientes, para abordar este fenómeno, más allá del estereotipo inicial de consumo, delincuencia y muerte, con medidas encaminadas a prevenir el consumo de drogas entre los niños y los jóvenes, ofrecer una atención asistencial y residencial adecuada, promover la reinserción social y laboral de los drogodependientes y fomentar la investigación en este área.
La experiencia de los últimos veinte años, por tanto, ha facilitado que la persona que consume droga haya pasado de ser un delincuente a ser un enfermo, sin que eso sea óbice para que se persiga con firmeza el tráfico de drogas. Así, el ensayo andaluz de llevar a cabo una terapia de desintoxicación con heroína es una decisión que refleja este cambio del conjunto de la sociedad a la hora de abordar el problema de las drogas.
La sociedad se enfrenta a un fenómeno complejo y cambiante, donde el consumo de drogas ilegales (heroína, cocaína, derivados del cannabis o de síntesis) se entrecruza con la adicción a las denominadas legales, como es el alcohol o determinados medicamentos.
Y la sociedad necesita que se les ofrezca soluciones desde el poder público para afrontar la complejidad de este fenómeno y atender al drogodependiente, la principal víctima, y a sus familiares.
El Gobierno de Castilla-La Mancha así lo ha hecho y en la actualidad posee una de las redes sociosanitarias más avanzada de España para la atención integral de estos enfermos.
Nuestros programas de prevención llegan a los centros escolares, a los puestos de trabajo y a los municipios, a través de los planes locales de drogas. En el área asistencial apostamos por la coordinación con otras administraciones públicas y organizaciones no gubernamentales, que garantiza a los enfermos drogodependientes una plaza asistencial si así lo demandan. Tenemos suscrito un acuerdo con los colegios farmacéuticos para el desarrollo de programas de mantenimiento con metadona y de intercambio de jeringuillas; hemos puesto en marcha el Observatorio Regional de Drogas, en colaboración con la Fiscam; y nos hemos volcado en la detección de la infección por VIH y el sida, donde los drogodependientes es una población de riesgo.
Siempre se ha dicho que la autocrítica es el principal distintivo de todas las entidades y personas involucradas en el problema de las drogas, y que ese afán de superación ha elevado el debate social sobre este fenómeno y ha permitido su abordaje desde una visión sociosanitaria y no marginal.
Espero que este espíritu crítico, que alimenta siempre las inteligencias comprometidas, se refleje en los trabajos para la redacción del nuevo Plan Regional de Drogas, a fin de que pueda dar respuesta, como han hecho los anteriores, a los retos, muchos de ellos viejos y otros, posiblemente nuevos, que sobre este problema deberemos afrontar antes de entrar en la segunda década del siglo XXI.