Dos periodistas: Arturo Gómez-Lobo y Francisco Colás (14)

            Tras realizar los estudios correspondientes, obtiene en 1911 el título de Derecho por la Universidad Literaria de Valladolid. Gómez-Lobo figura en la relación de personas que realizan y obtienen el grado de licenciado, según la Memoria sobre el estado de la instrucción en esta Universidad y establecimientos de enseñanza de su distrito correspondiente al curso académico de 1910 a 1911. Anuario para el de 1911 a 1912 (Valladolid, Tip. y Casa Editorial Cuesta, 1912). Recibe el grado de bachiller en el Instituto de Ciudad Real (1899), como ya se ha visto, hace estudios de Facultad en Madrid y Valladolid, el ejercicio del grado de licenciado el 28 de octubre de 1910 y la fecha del título es de 1911.

Gómez-Lobo en el juicio (Vida Manchega 18-4-1912)

            A principios de 1912 recibe el título de licenciado en Derecho por parte de la sección de Instrucción Pública del Gobierno civil de Ciudad Real e inmediatamente tramita su alta en el Colegio de Abogados de Ciudad Real (El Pueblo Manchego, 4-1-1912). El 10 de abril jura el cargo de abogado fiscal en la Audiencia y solo días después hace su debut defendiendo ante el tribunal del Jurado al autor de un homicidio (El Pueblo Manchego, 9 y 10-4-1912). El diario católico recibe un “besalamano” en el que se ofrece el bufete del “distinguido literato”, establecido en la calle Saúco Díez (antes Mata), número 14.

            Merece la pena recordar el acto de jura y toma de posesión. En el lugar ocupado por las defensas aparecen los Evangelios y un crucifijo. Forman sala, presidente (Izquierdo), magistrados (Arboleya y Otero), fiscal (Escosura) y teniente fiscal (Santamaría). El nuevo letrado accede a la sala por la puerta principal, acompañado por el decano del Colegio de Abogados (Martínez Ramírez) y dos letrados (Leopoldo Acosta y Heliodoro Peñasco). El secretario da lectura a textos legales pertinentes y jura los cargos de abogado y abogado fiscal de la Audiencia. Finalmente, Gómez-Lobo obsequia con puros habanos a los asistentes al acto de jura.

Florencio Romero (Vida Manchega 18-4-1912)

            El sábado 13 de abril de 1912 se desarrolla el juicio por homicidio contra Florencio Romero, primero de Gómez-Lobo. Días después se reproducen fotografías de él y del procesado en Vida Manchega (18-4-1912), con este significativo pie: “nuestro culto colaborador, el admirable cantor de la tierra llana, D. Arturo Gómez-Lobo, abogado fiscal sustituto, que con la defensa de Florencio Romero, autor de un homicidio, pronunció un elocuentísimo discurso cuyo resultado inmediato fue la absolución del procesado”. Pero interesa recordar alguna circunstancia del proceso, que recoge con amplitud El Pueblo Manchego (13-4-1912).

            Los hechos tienen lugar el 25 de junio de 1911 en una huerta cercana a la mina Asdrúbal, de Puertollano. El procesado, que es sordomudo y tiene 18 años, está dormido y un mendigo llamado Domingo (Cuyo apellido se desconoce) trata de robar dos pesetas. Florencio despierta, se entabla una discusión, el mendigo, que lleva una garrota, es herido por arma blanca y fallece como resultado de las lesiones. A pesar de la presencia de un hombre y una mujer que utilizan el lenguaje de signos el entendimiento es difícil y se remiten a la declaración que por medio de los intérpretes se tomó en el juzgado de Almodóvar del Campo.

            El teniente fiscal, que se hace eco de lo que circula en Puertollano, dice que el mendigo no intenta robar al sordomudo sino este a aquel. Unas pruebas lo evidencia, como que registrado el cuerpo del mendigo este no tiene las dos pesetas. La defensa de Gómez-Lobo intenta rebatir los argumentos de la acusación pero su punto fuerte está en la consideración del acusado: “El procesado es sordo-mudo, epiléptico y atacado de idiotez. Pero sin ser idiota ni menos imbécil”. Y habla de la atrofia de su cerebro a causa de la carencia de relación con el mundo exterior y de la legítima defensa. Y a los componentes del jurado les pide que, aun fuera de la ley, armonicen y dulcifiquen la lastimosa situación  del procesado, sobre el que ya recae el castigo de la naturaleza negándole el uso de la palabra: “Pensasteis llevarle al presidio, ó condenarle á vivir toda la vida en un manicomio por una disposición judicial, á ese que tiene cerrados los oídos para el mundo exterior, cuya garganta es un instrumento roto; cuyo corazón, en fin, vive obscurecido desde que nació?

La Reforma (1932)

            Leídas las preguntas del veredicto, el jurado se retira a deliberar. Después, contestan negativamente a la primera pregunta, que se refiere a la culpabilidad. Y en consecuencia, se dicta sentencia absolutoria

            De su pensamiento y actuación como profesional del Derecho se pueden recordar algunas notas. En el desarrollo de la vida social es muy importante la ética, como conjunto de normas morales. Para que las relaciones no resulten una continua humillación, llenas de “dependencias serviles”, son necesarias disciplinas mentales que ponderen el sentido ético del vivir, “exaltando el significado de la palabra hombre en su justo valor, estragado y perdido por la canalla” (Pero Grullo, Ciudad Real, 28-2-1915, p. 5). Y ¿qué postura tiene ante la pena de muerte? En un artículo la califica como “abominable institución” y “recuerdo bárbaro de la venganza privada” (Vida Manchega, 10-6-1915).

            A finales de los años veinte su pensamiento se confirma como más social y comienza a virar hacia el republicanismo. El 28 de mayo de 1918 pronuncia una conferencia en el Ateneo de Ciudad Real con el tema “Legislación obrera” (El Pueblo Manchego, 30-5-1918). En 1927 es ya secretario de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana (Guía Oficial de España, 1927) y en 1932 Gómez-Lobo es portada en La Reforma (06-09-1932, p. 1), revista de la propiedad de Madrid.

            A finales de 1935 participa como miembro del equipo defensor en el consejo de guerra celebrado en Ciudad Real contra 54 procesados por los hechos ocurridos en Abenójar en octubre de 1934 (La Zarpa, Orense, 4-1-1936). Junto a Guillermo Cabanellas, Vicente Calatayud, Francisco Serrano Pacheco, José María Escobar y el capitán Luis Cristóbal Zabala (La Libertad, Madrid, 2-1-1936). Referido a estos sucesos puede verse el excelente libro de Juan Carlos Buitrago Oliver titulado Crónica de un fracaso. La revolución de octubre de 1934 en Ciudad Real (Ciudad Real, Serendipia, 2024).

            Y en 1937 forma parte de la Junta Delegada de Protección, Incautación y Salvamento del Tesoro Artístico en Ciudad Real y su provincia. Francisco Michavila, Consejero provincial de Cultura y Comisario-Director del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, es presidente. Como vocales, Arturo Gómez Lobo, decano del Colegio de Abogados de Ciudad Real; Francisco Maeso, expresidente de la Diputación Provincial; y Manuel Mendia, profesor de Dibujo de la Escuela Normal (Gaceta de la República, 12-6-1937).

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