Nada no ayuda en nada

“Cuando Esther tenía cerca de 2 años y medio apareció ELLA, la tartamudez, y una sensación de angustia recorrió todo mi cuerpo.Pero de la misma manera que vino, se fue, sin avisar. Uff que alivio, sólo son imaginaciones mías….dia universal del niño

Volvió a asomarse cuando tenía 3 y 4 añitos, pero sólo se asomó un poco, -“Bahh estas madres… os preocupáis demasiado,..”. Es verdad – pensé – mi hija no puede serlo, nadie en mi familia lo padece y según he visto es hereditario.

Pero a los 5 años…

Qué le pasa a mi niña??? No comprendo nada!!!! No puede hablar, no es capaz de decir una frase seguida, tiene un montón de tics, parece que una corriente eléctrica atraviese todo su cuerpo, pero NO, mi hija NO.

Pregunto a profesores y pediatras y ambos especialistas me informan que no me preocupe, que es meramente evolutivo, se pasará sólo, lo único que tengo que hacer es NADA. ¿Cómo no voy a hacer nada?, es lo más difícil que hasta ahora nadie me ha pedido y maldigo el tiempo perdido sin hacer NADA. Nada no ayuda en nada.

Y pasaban los meses y entonces alguien me insinuó que yo le transmitía mi preocupación y por eso mi hija tenía tanta tensión; otro me aconsejó no ser tan dura, un familiar no ser tan blanda, otro, otro, otro….. ¿Soy yo la culpable? ¿Cómo puede ser? Sólo busco lo mejor para ella ¿Soy tan dura? ¿Soy tan permisiva? Había tantas opiniones y todas me señalaban.

Imaginar por un segundo ese momento, ver a la persona a la que más quieres en este mundo luchar con todo su cuerpo para intentar articular una palabra, y tener la certeza que todo era por mi culpa y lo más cruel de todo, que lo único que tenía que hacer era NADA.

En mi desesperación busqué por internet información sobre la tartamudez y encontré a la Fundación que aconsejaba actuar cuanto antes. Por finpodía ayudar a Esther!!!, algo podía hacer!!. Les llamé en ese mismo instante y desde entonces todo ha sido mucho más sencillo, mucho más natural.

Lo primero que confirmé con nuestra logopeda, nuestra guía, nuestra salvadora es que sí, Esther tenía tartamudez y prácticamente todos los comportamientos secundarios que suelen aparecer con ella. Aunque ya lo sabía, el que un especialista me diera ese diagnóstico hizo que me pusiera muy triste, ya no había dudas, Esther es una niña con tartamudez. Lloré y lloré hasta hartarme, y tras el nubarrón empecé a hacer ALGO.

A hacer algo para ayudar a mi niña a que desaparezcan las muletillas, para que desaparezcan todos los tics, para que si se meten por su manera de hablar sepa que contestar, para que se quiera por quién es, para que la tartamudez no sea lo único en su mundo… para que sea FELIZ.

Por fin podía ayudarla y Esther, como una gran guerrera ha vencido.

Y ELLA nos visita, le decimos hola, y después Adiós, hasta la próxima; sin miedo, sin penas, sin angustia, sin culpabilidad”. Ana Ríos, mamá de Esther una niña con tartamudez.

Este es el desgarrador testimonio de Ana Ríos, una de las muchas madres que forma parte del tejido humano de la Fundación Española de la Tartamudez. Y su testimonio forma parte del habitual recorrido de la familia de un niño desde que comienza con sus primeras disfluencias, tanto en lo que se refiere al habla, como por la confusión generada por los especialistas.

La tartamudez es un trastorno de la fluencia del habla caracterizado por frecuentes repeticiones o prolongaciones de sonidos, sílabas o palabras, y como nos cuenta Ana, a pesar de ser la alteración del habla más común en la edad pediátrica, sigue siendo la que más dudas genera.

Y son los niños con disfluencias, señalan desde la Fundación, los que más padecen «la consecuencias de una sociedad que no valora las diferencias y de unos profesionales que no acaban de ser conscientes de la importancia de la DETECCIÓN PRECOZ, de las disfluencias infantiles». Con la intervención temprana, apuntan, «no conseguiremos evitar que un niño comience con un habla disfluente, pero sí podremos evitar que esas disfluencias persistan. Por eso, de todas las cosas que se pueden hacer ante la tartamudez, hacer NADA, no ayuda en NADA».

 

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3 COMENTARIOS

  1. Conmovedor testimonio y loable actitud de esta madre ante este trastorno de origen desconocido.
    Aproximadamente, uno de cada veinte niños en edades de 2 a 5 años desarrollan algo de tartamudeo durante su infancia.
    La tartamudez es un trastorno complejo, de etiología multifactorial, donde se requiere la ayuda de especialistas en el área pero, sobre todo, se necesita el apoyo de la familia.
    Lo más aconsejable es detectar la disfunción a tiempo y realizar una terapia preventiva, además de dar consejos prescriptivos a los padres.
    ¡Mucho ánimo! Las estadísticas nos muestran que la tartamudez se cura entre un 75%-80% de los casos durante la infancia.
    Mientras tanto, hacer algo ayuda mucho…..

  2. Fantástico artículo de una madre, que seguro va a ayudar a muchos otros, en ir comprendiendo e interiorizando que su hijo/hijos tienen un problema.

    Aquí se puede determinar la tenacidad de una madre, desesperada por hacer algo, y no saber que hacer, y la pasividad de los profesionales.

    Tengo un caso cercano, y estoy hasta el moño de los profesionales, tanto a nivel médico como a nivel educativo.

    Con tres o cuatro años, no se entendía nada de lo que hablaba, el referido niño, tanto el Pediatra, como el Neurólogo, decián que había que esperar, que ya lo haría, que ya hablaría bien, después de unas pruebas, mandadas por el neurólogo, dijo que el niño estaba bién, y que no era necesarío que volviera, pero el niño seguía igual o peor. Una falta de profesionalidad descarada, ya que debía haberle hecho otras pruebas complementarías para ver que pasaba, o mandarle al psicológo, logopeda etc. etc. no hizo más, hay quedó la cosa, y los padres, !!ya nos han dicho que no tiene nada ¡¡¡

    Colegio (prestigioso ) muchos alumnos, ni se molestaron en decir que ese niño ni sabía ni entendía lo que pasaba en la clase (falta de aceptación del problema, en los padres) no le vió el psicológo, la profesora no dijo nada, no hay logopeda en el centro, resumiendo, nadíe se enteraba, ni quería enterarse de nada, falta de profesionalidad absoluta, y unos padres, que seguián sin asumir la realidad de las cosas, ninguneádos por el colegio, y una falta de respeto absoluto, sobre los derechos del niño.

    Llegó el paso de curso, y el profesor debió pensar, que me traén aquí, ahora el colegío, lo único que ha hecho, es prestarle un par de horas a la semana de apoyo, y pare Uds. de contar.

    Van camino de la evaluación real de los posibles problemas, que tenga el niño, pero, quién recupera el tiempo perdido?

    La detección precoz, es fundamental, como quería e insistía esta madre, pelear y no desfallecer, aunque te digan que estas loca, el verdadero térmometro de lo que le paso a tu hijo, son los padres, que los tienen en el cuídado díario, y no los profesionales que están saturados de trabajo, y no se paran a pensar que ese niño, posiblemente, el tiempo pérdido no podrá recuperarlo.

    Gracias por escribir esto Ana Rios, ayudarás indirectamente a mucha gente, mucha suerte.

    Quizás en algún momento, tendremos que dar cuenta en este medío, de la falta de sensibilidad de (algunos ) profesionales de la educación, que no velan por los derechos de los niños.

    Porqué ocurre esto ??????

  3. Mi hija sufre fiscalía y tiene cuatro años… Se sufre, y mucho porque ves lo que describe el articulo… Con todo su cuerpo quiere quiere… Pero tarda un poco mas solo eso.

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