Luis Mario Sobrino Simal.- La Biblioteca Pública de Ciudad Real acogía esta tarde la charla “El valor de las variedades locales”, a cargo de Marta Mª Moreno Valencia. Esta doctora, del departamento de Producción Vegetal y Tecnología Agraria de la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Ciudad Real, ha puesto en valor las variedades locales o tradiciones como base de la biodiversidad.
Moreno Valencia ha centrado su ponencia en los recursos fitogenéticos de Castilla-La Mancha, sobre todo hortícolas. «Me interesa hacer una comparativa entre las variedades comerciales, mejoradas o híbridas en su mayor parte, y las variedades locales, que tienen un valor insustituible y no sólo por su calidad organoléptica o por su calidad nutricional, que es por lo que la gente más las demanda, sino por otra serie de factores».
Minutos antes de la charla, comentaba que en la Escuela de ITA se conservan entre 800 y 1.000 variedades hortícolas. «Todas tienen algo que las hace especiales». Una tipología que, al parecer, gusta mucho al consumidor, son los tomates morunos. «Pero, más importante que la calidad o la apariencia de estas variedades, son otros factores, como que en algunas de ellas podemos encontrar genes de resistencia contra muchas plagas o enfermedades, que en un momento determinado pueden aparecer, pueden acabar con nuestra variedades comerciales clónicas, y sin embargo encontrar esos genes de resistencia en las variedades locales. Eso para mí es lo más importante», subrayaba Marta Mª Moreno.
En cuanto a los transgénicos los calificaba como algo muy negativo, «algo que no deberíamos transmitir, ni como consumidores ni como sociedad».
Durante la charla, organizada por Ecohuerta Ciudad Real, esta doctora advertía de que no hay nada que sustituya a las variedades locales. «Se habla mucho de la desaparición de animales y esto es bueno que se sepa, pero no es menos importante hablar de las variedades vegetales que están también en vías de extinción y las que ya por desgracia han desaparecido».
Algunas características de las variedades locales son su calidad organoléptica inigualable. «Son productos de temporada. ¿Qué significa eso? Significa que si comemos un tomate en febrero no puede ser muy bueno ya que no es su época y su producción es forzada», puntualizaba. «La variedades locales son antiquísimas y no son sometidas a reformas genéticas, no se seleccionan por la productividad sino por la calidad. Son el resultado de la coevolucion y se adaptan al clima y al tipo de suelo. Tienen una ubicación geográfica determinada y son reconocibles morfológicamente».
Señalaba la paradoja de que «gracias a que el tercer mundo sigue siendo el tercer mundo, aún conserva muchas de sus variedades naturales. El problema es que los países industrializados empiezan a adueñarse de ello».
Por último, reseñaba que en los últimos 50 años han aparecido problemas que antes no existían y afirmaba con rotundidad que los recursos fitogenéticos son patrimonio de la humanidad.