Ciudad Real: Expertos botánicos consideran «apropiada» la tala de las melias y advierten de los riesgos de mantener árboles en condiciones inadecuadas

Eusebio Gª del Castillo Jerez.- Expertos consultados por miciudadreal.es consideran que la decisión de talar por seguridad las cinco melias de la calle Hernán Pérez del Pulgar, días después de que se desplomara uno de estos árboles sobre la vía, fue «acertada». No obstante, cuestionan que los árboles estuvieran enfermos, como así se ha justificado la medida adoptada por parte del Consistorio. Apuntan, sin embargo, a un mal emplazamiento de las melias y al reducido tamaño del alcorque donde se encontraban, lo que provocó que carecieran de raíces de gran tamaño y, por tanto, de sujeción. Además, sin medias tintas, sugieren que se proceda a la retirada paulatina de otros muchos árboles de Ciudad Real que presentan riesgos y su reposición por ejemplares que guarden consonancia con el hábitat urbano.

El pasado 20 de agosto se venía abajo, alcanzando la fachada trasera del colegio Pérez Molina y como si lo hubieran arrancado de cuajo, uno de los árboles de la calle Hernán Pérez del Pulgar. Afortunadamente no hubo que lamentar daños personales ni materiales, ya que el incidente ocurrió de madrugada y, tanto el colegio, en período de vacaciones estivales, como los bares y terrazas de esta concurrida calle peatonal del centro de la capital, se encontraban cerrados.

Los operarios municipales procedían con presteza a retirar los restos del árbol a primera hora de la mañana y, poco después, incluso el alcorque se adoquinaba. El concejal socialista Alberto Lillo ya avanzaba ese mismo día que, según las primeras valoraciones de los operarios de los servicios municipales encargados de reparar la situación, «el árbol podría encontrarse sin raíces suficientes para soportar su sujeción al suelo».

El 1 de septiembre, la Junta de Gobierno Local aprobaba la tala de las cinco melias restantes de la Calle Hernán Pérez del Pulgar. «Tras detectarse por parte de los servicios técnicos de Sostenibilidad que los árboles de esta calle están enfermos y por seguridad, es conveniente proceder a su tala», informaban desde el Consistorio. Poco días después, la tala se llevó a cabo.

Los técnicos consultados por este digital aseguran que el emplazamiento de las melias era «inadecuado»: una calle estrecha en la que apenas hay espacio para árboles grandes. El único espacio sin embaldosar del que disponían los árboles plantados eran sendos alcorques cuadrados de apenas medio metro de lado.

Además, estos árboles de sombra se plantaron a tan solo dos metros de los edificios, por lo que se hacía necesaria una poda mayor del lado de las construcciones para evitar la colisión entre ambos, lo que provocó una descompensación de peso que hizo a las melias crecer inclinadas.

Por otro lado, explican que las raíces del árbol recibían solo el agua que era capaz de acumular el alcorque,  porque toda la calle está embaldosada, lo que impide que se filtre agua al subsuelo. «Si el árbol fue plantado sobre tierra, tendría un desarrollo radicular adecuado, pero las raíces habrían ido desapareciendo por falta de oxígeno y agua, quedándose el árbol, con el tiempo, sin el anclaje necesario para mantenerse. Si, por el contrario, el árbol nunca tuvo suficiente espacio para su desarrollo, las raíces sólo habrían crecido en la zona del alcorque y el árbol, al caerse, dará la sensación de que ha crecido en una maceta».

Añaden que el problema de la descompensación entre el tamaño, altura y peso de la copa con respecto al desarrollo radicular se ve agravado por la propia fisiología vegetal. «La subida de savia hacia la copa para realizar la fotosíntesis y nutrir las distintas partes del árbol, en épocas  estivales genera grandes volúmenes y, por tanto, más peso».
En las fotografías puede apreciarse que al árbol no se le partió el tronco, lo que podría haberse derivado de alguna enfermedad a causa de las podas, sino que cayó por falta de sujeción en las raíces. La salud de los árboles podía apreciarse en los tocones que los servicios municipales dejaron al talar las melias y que, posteriormente, fueron retirados.

Según los expertos consultados, la actuación del Ayuntamiento, que ordenó la tala del resto de las melias, sería «acertada», pues dado que el resto de árboles se encontraban en las mismas condiciones que la melia que se vino abajo, «es lógico pensar que el estado de sus raíces sería similar, existiendo también, por tanto, riesgo de caída».

El estado de los árboles de Hernán Pérez del Pulgar no sería exclusivo de esa calle, sino de gran parte de la ciudad. «Tanto los ejemplares más antiguos que, aunque contaran de inicio con condiciones adecuadas, se han visto afectados por posteriores asfaltados o embaldosados de su espacio radicular, como los de más reciente emplazamiento, que nunca llegarán a crear suficiente anclaje al suelo».

Los técnicos que han analizado esta situación, consideran que la mayoría de las calles de Ciudad Real no tienen espacio suficiente para albergar grandes árboles y que los alcorques, en todas ellas, son insuficientes para mantener en condiciones óptimas olmos, plataneros, moreras, etc. No obstante, sugieren que otras especies arbóreas de menor dimensión, como cerezos de jardín, laureles de bola, aligustres, árboles de Júpiter o arces, son perfectamente compatibles con el desarrollo urbanístico que ha adoptado esta ciudad.

Todo esto devendría de una mala política en la gestión de las zonas verdes de la mayoría de ciudades del país, en especial del arbolado. En un intento por incorporar elementos de la naturaleza a las ciudades, como los árboles, se obviaron las necesidades de éstos, sin tener en cuenta su potencial destructor. «La vida de los árboles va más allá de los cuatro años una legislatura», algo que, a los gestores públicos, según estos expertos, no parece importarles demasiado. Asimismo, recuerdan que sus enfermedades no se desarrollan como las de los animales, sino pueden tardar décadas en manifestarse o en acabar con la vida de un ejemplar. Señalan que no es casualidad que los árboles se caigan ahora, como ha ocurrido en Madrid con consecuencias funestas, puesto que ha sido en las últimas décadas cuando el asfalto y las baldosas han arrinconado a los árboles.

En ese sentido, advierten de que parte de los grandes y antiguos árboles de Ciudad Real muestran signos de enfermedad y asfixia de raíces.  Apuntan como, especialmente llamativo, el caso de los olmos de la Ronda o los de los Jardines del Prado. Un incorrecto emplazamiento, alcorques insuficientes, que deberían tener el mismo diámetro que la proyección de la copa del árbol sobre el suelo, las podas severas o riegos inadecuados muy superficiales, son responsables de esta situación.

Retirada paulatina de ejemplares con riesgo
Estos expertos sugieren que, tras un estudio exhaustivo del espacio urbanístico, de las características del suelo y el subsuelo, de las posibilidades de riego, del estado de las especies existentes y de todos aquellos factores que afecten en menor o mayor medida al desarrollo de los ejemplares arbóreos y al bienestar ciudadano, se podría iniciar una gestión integral del árbol en la ciudad que incluyese una retirada y reposición paulatina de aquellos ejemplares con mayor riesgo, de las especies más afectadas por plagas recurrentes, de las especies no adecuadas al espacio disponible, de las especies que no se adaptan a los requerimientos climatológicos de la zona, y otros tantos «desmanes», por otros más en consonancia con el hábitat urbano. Esta media facilitaría las tareas de conservación, que se limitarían a  la realización de podas de mantenimiento ydesvieje, retirando aquellas ramas que, de forma natural, el árbol desecharía, y a la aplicación de algunos riegos de emergencia en épocas graves de sequía sobre ejemplares vigorosos.

Peligro potencial
El árbol es un ser vivo altamente resistente, capaz de sobrevivir en condiciones muy adversas y soportar fuertes agresiones repetitivas como podas, obras de pavimentación, apertura de zanjas con rotura de raíces, reducción de alcorques, etc.  durante un gran periodo de tiempo sin que, aparentemente, le suceda nada. Así, señalan los técnicos que «nos hemos acostumbrado a tener a nuestro alrededor árboles enfermos, mutilados, ya sean jóvenes o viejos, sin que por ello hayan muerto. Lo que no quita que estos árboles antiestéticos, altamente debilitados y muy afectados estructuralmente, no representen, en cualquier momento, un peligro potencial en el entorno donde se encuentran».

Aunque, en la mayoría de los casos, apuntan, es muy difícil evaluar la probabilidad de existencia de grandes cavidades interiores simplemente con inspecciones visuales, la presencia de algunos síntomas, como decoloración de la madera, pudriciones exteriores, exudados de líquidos por pequeñas heridas o presencia de hongos xilófagos, nos dan una idea inequívoca de que existen en menor o mayor grado.
«Siendo las cavidades, de madera descompuesta, puntos débiles por donde el árbol podrá fracasar, teniendo en cuenta que es imposible frenar la pudrición que irá avanzando hacia zonas aún sanas».

En árboles con amplias zonas de pudriciones de madera es «imposible» asegurar su inminente fractura o caída, pero es cierto que «tienen una gran probabilidad», necesitando por tanto, para reducirla, podas muy periódicas que reduzcan tamaño de ramas y por tanto el peso de la copa. «Esto encarece el mantenimiento del arbolado y no soluciona nunca el riesgo ni la salud del árbol», concluyen.