Nota editorial.- Nunca falla. La metálica melodía de A La Mancha manchega del carillón de la Plaza Mayor de Ciudad Real se ha convertido en la banda sonora de los más solemnes y emotivos actos celebrados en nuestra capital. Minutos de silencio, graves declaraciones… cualquier ocasión es buena para maridar los gestos de compungimiento institucional con el tintineo del reloj más marchoso de la provincia y dar un toque de surrealismo protocolario a todo tipo de ceremonias.
La última (in)apropiada irrupción musical del carillón se ha producido esta mañana, durante el minuto de silencio institucional guardado en memoria de la presidenta de la Diputación de León, asesinada ayer.
Quizá estas incómodas coincidencias fueran fácilmente soslayables conociendo de antemano los hábitos melódicos del reloj; salvo que los autómatas tuvieran vida propia y cometan las quijotadas a su antojo. En cualquier caso, no puede descartarse que la aparente casualidad sea obra del artificio pues, como alguien dejó escrito, la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.
Ciudad Real no es Berlín, ni A la Manncha manchega el Réquiem de Mozart. Asin que semos y el oído duro tenemos.