Alberto Lillo López Salazar. Concejal socialista del Ayuntamiento de Ciudad Real.- Creíamos que desde la época oscura del presidente Aznar ya no volveríamos a ver ataques tan feroces a la mayoría de las personas que vivimos en éste país, ni volveríamos a ver cómo desde el gobierno se ataca la pluralidad informativa igual que lo intentó el citado ex presidente, al querer acabar drásticamente con el Grupo de información PRISA.
Que no se nos olvide, porque este gobierno, con la decisión de cambiar e imponer al presidente de RTVE, y bajo el consabido mantra de “estamos al borde del precipicio”, abren la puerta a las privatizaciones de la televisiones regionales y locales, da tufillo de a los amigos el pan y el agua, al resto, travesía por el desierto, informativo, por supuesto.
Realmente, los informativos del viernes 20 de abril, la prensa escrita y las opiniones generales del país, dejan moribundo el estado del bienestar, que tantos dineros nuestros, de todos, nos ha costado a casi todos los españoles (sobre todo a los que no defraudamos a Hacienda, ni engañamos con ingenierías financieras al fisco, y a quienes por tanto, no nos tienen que amnistiar, sino que nos tendrían que felicitar y agradecer el esfuerzo que realizamos. Como escribía este fin de semana en El País, Manuel Rivas, “en España reina ya el estado del malestar”.
¿Cuánto tiempo, cuánto podremos aguantar los españoles, ante las imágenes o noticias de la muerte de un niño boliviano, ecuatoriano o hindú, porque el estado en el que vive generalmente en situaciones de semi exclusión, no es capaz de darle cobertura sanitaria gratuita porque no tiene papeles en regla? ¿Cuántas veces podrán aguantar nuestros ojos y asimilar nuestro cerebro que una niña senegalesa, congoleña o marroquí, vecinos nuestros, vecinos del continente africano, tan cerca y tan lejos de nuestras vidas y pensamientos, que por el color de su piel o por su nivel de pobreza, no pidiéramos salvarla de una enfermedad complicada?
¿Cómo nuestra Ministra de Sanidad, la Sra. Mato, la misma que no sabía que en el garaje de su casa había un Jaguar -pero no un ejemplar de ese bello animal, totémico para muchas civilizaciones más antiguas a la nuestra, no-, un coche de lujo, adquirido por un familiar tan cercano que vive contigo, adquirido de una forma diríamos con cariño, poco transparente… Como decía, ¿como la ministra aprueba uno de los mayores recortes sociales de nuestra democracia y lo hace con una media sonrisilla en la cara?¿cómo no es capaz de sonrojarse al anunciar los recortes en la sanidad pública precisamente a los más necesitados, a esa personas que han abandonado todo por buscar un futuro mejor para sus familias? ¿y qué opinará la Iglesia Católica, cuando vea que los excluidos, los enfermos, los humildes, aquellos por los que un día Jesús murió, condenando activamente a los ricos mercaderes, y expulsándolos de sus templos quedan fuera del sistema?
En fin, me encuentro en estos momentos, desasosegado, molesto, irritado por la destrucción masiva del bienestar que habíamos conseguido entre todos, por la humillación a la que están llevando a miles de personas que en poco tiempo se van a ver mendigando un poco de ayuda, educación para sus hijos y sanidad y salud para sobrellevar sus enfermedades.
Terminaba Manuel Rivas el sábado preguntándose “a quién votarían mañana los españoles en Francia”. Yo aportaría para la reflexión, a quien votaríamos los españoles mañana, a secas.
[…] Real me pareció una persona seria, prudente y mesurada. Y creo que es así. Por eso me sorprende la carta que publican los medios de comunicación plagada de demagogia y de lugares comunes de “manual del progresista”, si se me permite la […]